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El Presupuesto de la Nación, al igual que el presupuesto de una familia, debe definirse de acuerdo a los ingresos fijos que reciben los miembros que trabajan.
Al igual que nuestras finanzas personales, el Gobierno debe planificar adecuadamente los gastos a realizar, según una estimación de los ingresos.
Desde 2001 administración de los gastos en el sector público se realiza sobre la base una regla fiscal de balance estructural, que se refiere a que se gasta de acuerdo a ingresos permanentes, aislándolo de los efectos cíclicos asociados a precio del cobre y crecimiento. Ello, porque los principales ingresos del Fisco vienen del cobre, del impuesto a la renta y del impuesto a las transacciones (IVA), los cuales habitualmente presentan ciclos de alza o baja.
El gobierno ahorra en períodos de bonanza para desahorrar o endeudarse en períodos de ingresos bajos.
El manejo ordenado y responsable del sector público es un pilar importante de la economía, pues, permite al Banco Central mantener bajas las tasas de interés (crédito más barato), sin poner en riesgo la inflación baja y estable. Mientras menor es el crecimiento económico de tendencia de un país, más beneficioso será planificar los gastos y ceñirse a un presupuesto acotado. Al igual que una familia cuyos ingresos son más bajos. Las necesidades son muchas y los recursos no son infinitos, por lo que hay que ordenar por prioridades y ajustar los gastos al presupuesto disponible.